Hacia la luz.

Se recargó sobre el brazo del hombre que la ayudó a bajar y de a poco fue desplazando su peso de un lado al otro, de una pierna a la otra, lentamente.
......Mientras se sostenía entre el vehículo y el hombre, éste se inclinó hacia el auto que aún tenía la puerta abierta y arrastrándolo sacó un bolso de mano. Despacio cruzaron la calle; en la noche parecía que un cuadrúpedo grande y torpe se tambaleaba, huyendo de la penumbra hacia la luz que se veía detrás de las amplias puertas corredizas, del otro lado del mundo. Era esa misma luz la que se reflejaba en el pavimento húmedo de llovizna helada insistente desde el comienzo de la tarde. La misma luz que los animaba a continuar, un poco más, otro paso que ya llegamos mi amor.
...... De un lado y otro de la calle nada se mueve más que ellos, y ellos lo hacen de tal forma que no se sabe si van o si no, como arrepentido el animal tras cada paso dado. Pero aún así, el efecto producido por adelantar desacompasado un pie y luego el otro, tenía que dar como resultado el contacto con el vidrio frío de la puerta iluminada.
......¿Cuánto demoraron en llegar hasta allí? Quién sabe. Un suspiro. Dos rezongos. Diez latidos o el doble de minutos. La medida es algo convencional, porque en realidad, el tiempo no se mueve en ninguna dirección. Simplemente es, mientras que somos nosotros quienes nos movemos por su dominio; muchos lo hacemos sin llegar a comprender su esencia jamás.
......Yo podría decir ahora, que quien iba con ellos pensaba en eso, porque el paso que iba a dar era fruto de la consciencia. Yo podría inventar que aquella que los acompañaba (que era llevada por ellos) conocía por ese instante único la esencia del tiempo y su trampa, abierta como boca oscura a la efímera existencia humana para hacernos creer su perennidad, y luego de dado ese paso iniciático olvidaría el secreto. Pero no puedo escribir eso porque ya se han descorrido las puertas de vidrio al influjo del ojo eléctrico que vigila la cercanía de los cuerpos, y ya el hombre grita desesperado mi mujer mi mujer ha roto la bolsa y el nombre completo de ella, y ya llega una nurse que intenta calmar al hombre con un “los estábamos esperando”, mientras la silla de ruedas es más rápida que la vista y se lleva a la parturienta que mira con los ojos llenos de agua esperanzada de que esa que viene con ellos nazca con todos sus deditos en manos y pies y traiga dos orejas, y una nariz chiquitita, y en la frente tenga luz.

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